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Con Paulo Freire en el horizonte, avanzamos hacia una alfabetización emancipadora

Desde 1965 el 08 de septiembre rememora el Día Internacional de la Alfabetización, con el objeto de aunar criterios y acciones en pos de una alfabetización pensada como libertad e igualdad. En un año atravesado por las dificultades del aislamiento, las diferencias entre quienes acceden a una alfabetización y quienes no, profundizan una ya marcada brecha. Como docentes repasamos el recordatorio, pero también los desafíos que tenemos por delante y las exigencias para con el Estado, principal responsable de que las diferencias no sigan creciendo.

 

Este día fue instituido por la UNESCO, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, basado en el Congreso Mundial de Ministros de Educación que se realizó en 1965 en Teherán, Irán, donde se decidió que los gobiernos unifiquen esfuerzos para erradicar el analfabetismo.

 

Consecuencia directa de la no escolarización en la infancia, la falta de formación básica impide la calificación de los ciudadanos y la salida de la pobreza, afectando la estructura económica y social de los países.

 

A la alfabetización básica —saber leer y escribir y cálculo elemental— debe agregarse la “funcional”, es decir la capacidad de usar los conocimientos en la vida cotidiana. En el mundo existen casi 800 millones de analfabetos (año 2010), las dos terceras partes de los cuales son mujeres y viven en su mayoría en las regiones más pobres; la alfabetización aportaría grandes cambios en sus vidas, las de sus familias y sus comunidades.

 

El Día Internacional de la Alfabetización 2020 hace hincapié en la "Enseñanza de la alfabetización y el aprendizaje durante y después de la crisis del COVID-19 ", y especialmente en el papel de las y los docentes y la evolución de las pedagogías en la lectoescritura dirigidas tanto a las y los jóvenes como a las y los adultos. La crisis reciente del COVID-19 constituye un crudo recordatorio de la gran diferencia entre el discurso político y la realidad: ya antes de la pandemia existía una gran brecha y esta se ha incrementado, con la consecuente repercusión en la vida diaria y el aprendizaje de las y los jóvenes y adultos que carecen o disponen de pocas competencias en lectoescritura.

 

Para el educador brasileño Paulo Freire (1921-1997) “…la alfabetización es la habilidad de leer el mundo, de continuar aprendiendo y es la llave de la puerta del conocimiento”. Freire planteó el proceso educativo como una acción cultural, imprescindible para el cambio social y el asentamiento de una sociedad formada por hombres y mujeres libres. Una acción pedagógica y política cuya piedra angular residía en la alfabetización crítica de pueblos silenciados por estructuras de dominación social, económica y cultural.

 

Hoy por hoy la afirmación de la Escuela como ámbito alfabetizador requiere de la problematización de su sentido, tendiendo hacia la constitución de ciudadanas y ciudadanos críticos, autónomos y colectivos, capaces de disputar, disfrutar y convencer a partir de la lectura y la escritura. Este sigue siendo nuestro desafío como Trabajadoras y Trabajadores de la Educación en el contexto excepcional de pandemia y aislamiento que atravesamos.

 

#LaLuchaEnLaCalle #Agmer

 

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