Martina ama estudiar y padece Atrofia Muscular Espinal, una patología por la cual debe asistir a la escuela en silla de ruedas. A pesar de innumerables condiciones que atentan contra su escolaridad, docentes y estudiantes recibieron a Martina con el corazón abierto. Esto también implicó, desde luego, que se sumaran a sus luchas.

 

Desde hace dos años sus padres y la escuela solicitan al gobierno que realice las reformas necesarias para adaptar el baño del edificio y volver accesibles sus pasillos y veredas internas. Hoy todos salvan estas deudas del Estado poniéndole el hombro y ayudando a Martina de muchas formas; las rampas de madera que armó la escuela acarician su recorrido hacia el aula o la Biblioteca. De todos modos, no es lo que corresponde y la solución debe ser inmediata: el Estado debe eliminar todas las barreras que separan a nuestros gurises de las aulas.

 

Las reformas del baño no sólo servirán para que Martina pueda cursar la escuela mucho más cómoda y autónomamente, gracias a esas refacciones también lo podrán hacer otros estudiantes de la escuela primaria y de la secundaria lindera, a la que ella asistirá dentro de pocos años.

 

Aquí hay una lucha, una lucha porque la Escuela Pública sea un ámbito más justo, que no profundice las inaceptables diferencias que padecemos fuera de ella y que sea realmente una experiencia colectiva que abrace a todos los entrerrianos, sean de la ciudad o del campo, sean adultos o menores, se muevan caminando o en sillas de ruedas.

 

Martina quiere estudiar sin barreras que se lo impidan y el gobierno debe garantizar de inmediato las condiciones para que pueda hacerlo. Las escuelas deben ser accesibles para todos y es fundamental que se definan fuertes políticas de Estado que resuelva estas imperdonables deudas con los entrerrianos.

 

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