Fernanda Aguirre

El 25 de julio de 2004, Fernanda Aguirre desapareció cuando recorría el trayecto entre su casa y el puesto de flores de su familia, en la ciudad entrerriana de San Benito.

 

El principal sospechoso del hecho fue Miguel Ángel Lencina, un condenado por homicidio, con antecedentes de secuestro y violación de menores que gozaba de una salida transitoria ese día de julio. Fue detenido luego de la desaparición y lo encontraron ahorcado pocos días después en la celda de la Comisaría Quinta de Paraná en la que estaba recluido. Fueron enjuiciados su viuda, María Chávez, y Raúl Monzón, que fue absuelto. El juicio condenó a Chávez a 17 años por ser cómplice del secuestro, pero en 2014 obtuvo la libertad condicional.

 

Las investigaciones platearon varias hipótesis, pero ninguna arrojó datos precisos ni resultados positivos. La madre de Fernanda, María Inés Cabrol, siempre sostuvo que a su hija se la llevó una red de trata de personas. Declaró al cumplirse cinco años de su desaparición: “No tenemos un resultado de ninguna parte, ni de la justicia ni de otro lado. Ella sigue desaparecida como si se la hubiese tragado la tierra”. María Inés falleció en 2010 a los 45 años de edad sin tener ninguna respuesta cierta sobre el paradero de Fernanda. Julio Aguirre, su padre, dijo en 2017 “desde que falleció mi señora, hace seis años, no tuvimos más novedades de la causa. Nunca más me llamaron, quedó todo en la nada. Como si fuera un loro lo que llevaron."

 

Rumores, versiones, carne podrida, demonizaciones, promesas, una nota de pedido de auxilio que podría ser auténtica, pero Fernanda no aparece.

 

Cuando hablamos de los resabios de la dictadura no sólo hablamos de cómo siguen desapareciendo argentinos como si se los hubiera tragado la tierra, también son parte de ese legado terrible todas las miserias que encubren el hecho, revictimizan mil veces más a la familia y distraen para que ninguna verdad salga a la luz.

 

Exigimos la aparición con vida de Fernanda y la cárcel para todos los responsables, autores materiales, intelectuales y cómplices. Por eso es el pin, para que no olvidemos, para que sigamos luchando por ella y para que no desaparezca nadie más.

 

Fernanda era estudiante del San Benito Abad, tenía 13 años cuando desapareció. La seguimos buscando.

 

 

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