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51 años de CTERA

Septiembre de 1973 marcó la concreción del proceso de unidad de la docencia argentina con el nacimiento de CTERA. A 51 años de aquel inicio, recordamos la historia y los caminos que llevaron a ese hecho histórico y fundante, y repasamos los principios rubricados aquel día, que nos hablan de docencia, militancia y sindicato, pero están íntimamente ligados a la Edu-cación Pública que queremos y a la Democracia por la que nunca dejaremos de luchar.

 

» Principios fundacionales de CTERA (ilustrados por Maxi Sanguinetti)


Corría el mes de septiembre de 1973. Pocos días antes de que se realizaran las elecciones donde Juan Domingo Perón fue elegido presidente por tercera vez -con un apoyo superior al 60 % de los votos- las y los docentes argentinos, por primera vez en su historia, lograron organizarse sindicalmente a nivel nacional en una estructura que tendría continuidad. Se conformaba la CTERA.

 

Se concreta la Unidad

1973 constituyó la culminación del proceso de luchas populares que venía dándose en nuestro país durante los dieciocho años anteriores. La bancarrota del proyecto político representado por la dictadura militar de la "Revolución Argentina" devolvía la iniciativa al campo popular, dentro del cual el peronismo era hegemónico. El 11 de marzo, Héctor Cámpora se impuso con el 50% de los votos; su mes y medio de gobierno estuvo signado por la movilización popular y las expectativas de cambios revolucionarios. Pero las profundas contradicciones del movimiento peronista que hicieron su eclosión el 20 de junio de ese año en Ezeiza auguraban el principio del fin de la posibilidad de reformular una alianza social capaz de sostener un proyecto nacional de desarrollo industrial y distribución de la riqueza.

 

En ese contexto de movilización y contradicciones se concretó el proceso de unidad de la docencia argentina. Este se dio en dos instancias. Primero, en un Congreso realizado en Huerta Grande, provincia de Córdoba, entre fines de julio y comienzos de agosto, y un mes después, en septiembre, en la Capital Federal, en la escuela Nº 4 de Villa Pueyrredón en el Congreso Unificador donde se constituyó formalmente la Confederación.

 

La CTERA que nacía era una Confederación de sindicatos docentes cuyas características diferían de la conformación actual, tanto en su estructura, como en el tipo de agremiaciones, sus normas estatutarias y su extensión en número de afiliados. Uno de sus rasgos salientes era la gran fragmentación. Esto se apreciaba en la cantidad de sindicatos docentes que concurrieron a los congresos de Huerta Grande y al Unificador. En el primero participaron casi 100 entidades y en el segundo más de 140. Organizaciones con desarrollos desiguales y notorias diferencias.

 

La unidad de la CTERA fue -en gran medida- un hecho impulsado por las grandes entidades. Si bien existían una gran cantidad de organizaciones, sólo algunas habían logrado un desarrollo importante, y fueron por tanto las que lideraron el proceso de unidad. Esta quedó sellada, luego de extensos debates, en la madrugada del 12 de septiembre de 1973, aunque en la significación y el recuerdo, el día fue el 11 de septiembre, Día de las y los Maestros.

 

Concepciones en debate

Los principios políticos que orientaban la Confederación quedaron asentados en la Declaración de Principios, y los criterios en base a los cuales se había acordado la organización, en los Estatutos de la nueva entidad. Buena parte de las deliberaciones se dedicaron al tratamiento del anteproyecto de Estatuto que había sido aprobado en Huerta Grande, ya que en él se definían las concepciones que habían dividido a las organizaciones sindicales docentes.

Una cuestión central era el tipo de organización que se pretendía constituir: una federación de sindicatos únicos provinciales o una confederación de federaciones de sindicatos provinciales. En esto se definía el modelo de construcción sindical y la capacidad de articularse con la estructura orgánica del movimiento obrero, en tanto una confederación era una organización de tercer grado y no podía incorporarse a otra confederación, la CGT. El otro punto en discusión era la conceptualización sobre la identidad laboral del docente - profesional o trabajador.

 

En vista a que lo central era la unificación de la docencia, ambos debates tuvieron una primera síntesis en el propio nombre de la entidad "Confederación de Trabajadores". El Congreso también eligió a las autoridades. La conducción quedó en manos del AND, que obtuvo 349 votos ocupando la Secretaría General, Carlos Rocchi de la CAMYP, y tres de las cuatro Secretarías Adjuntas: con Simón Furlán (UEPC), Francisco Arancibia (ATEP) y Juan Carlos Comínguez (UMP). La CUTE obtuvo 120 votos y ocupó la Secretaría Adjunta restante, con Carlos de la Torre (FUSTE).

 

Respecto de la política gremial, se acordó luchar por la recuperación del artículo 52 del Estatuto Docente, la reincorporación de cesantes y la vigencia del artículo 38, la incorporación de las y los docentes privados y universitarios al Estatuto.

 

En pos de estas reivindicaciones, se resolvió la efectivización de un plan de lucha, que comenzaría poco después con la realización de una semana de protesta y movilización.

 

Se había logrado la unidad, tal como decía la declaración final, privilegiando los acuerdos por encima de los "distintos enfoques subsistentes". Una unidad que había sido harto difícil conseguir, pero que, pese a las diferencias, se mantendría a través de los años.

 

Función Política y Social de la Educación

El debate de Huerta Grande puso en contacto por primera vez las concepciones herederas del liberalismo laico y las provenientes del nacionalismo popular. Entre múltiples discusiones, fueron particularmente significativos los debates sobre la caracterización de la coyuntura política y el papel que debía jugar la educación y el trabajador de la educación en la misma. El texto preliminar de la Declaración fue preparado por el AND, por lo que las definiciones sobre el proceso de transformaciones políticas que vivía nuestro país sonaban asépticas a los oídos de los dirigentes de la CUTE.

 

De ellos salió la propuesta de "precisar la dirección de los cambios aludidos por el documento"1. Como resultado de esta discusión, se incorporaron principios antiimperialistas: "eliminar la dependencia"; de justicia social: "concretar una sociedad justa", y democráticos: "el pleno ejercicio de la democracia".

 

En el mismo sentido se debatió y se modificó la caracterización que el texto preliminar hacía del docente. Se contrapuso, a la idea liberal del docente "factor fundamental del avance social", una visión que, proviniendo del campo crítico, sostenía que era la pertenencia a la clase trabajadora la que hacía al docente sujeto de transformaciones sociales. En el texto final sólo se plasmó una relativización de la idea de agente de cambio. Pero el debate quedó abierto.

 

En la discusión se produjo una articulación ideológica tal vez no esperada por algunos: las críticas de los sindicatos de la CUTE fueron sostenidas y apoyadas por ATEP y UEPC, sindicatos inscriptos en el Acuerdo. Este hecho anticipaba que la naciente CTERA no quedaría presa del discurso pedagógico desarrollista, hegemónico en la época, como sí lo estaban buena parte de las asociaciones más profesionalistas, incorporando algunos elementos del pensamiento crítico. La función política y social de la educación y del docente serían elementos que tensionarían el debate ideológico entre sus dirigentes en los próximos años.


 

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