El Congreso había abierto sus sesiones el 24 de marzo de ese año y la declaración de independencia contó con la ausencia explícita de la Liga de los Pueblos Libres que sufría los embates de las políticas directoriales y ya había expresado su voluntad de independizarse en repetidas oportunidades.

 Este mismo congreso maduró la constitución de 1819 y constituyó un antecedente clave para la construcción en las décadas posteriores de la Nación Argentina como estado nación.

“Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas.”, escribió José de San Martín al diputado de cuyo Tomás Godoy Cruz ante las dudas del congreso. “Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia. ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos?”, azuzaba San Martín en aquellas jornadas cruciales para las luchas contra el poder español y sus cómplices.

Dos siglos después, seguimos luchando como pueblo por nuestra independencia definitiva y por la concreción de la igualdad entre los habitantes de estas tierras. Lo hacemos enfrentando la persistencia de algunos lastres como el endeudamiento externo o la mutilación de nuestro pueblo a través de las fronteras y la renovación de mecanismos de explotación como los que pretenden seguir saqueando nuestros bienes comunes.

Queda en nosotros dejar esta fecha como una conmemoración más o tomarla como parte de un proceso complejo que debemos discutir y profundizar hasta romper definitivamente esas cadenas que evocamos cada 9 de julio.

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