Novedades / igualdad-de-genero /

Alejandra Martínez y Julia, su mamá

El cuerpo de Alejandra Martínez fue hallado en un monte de eucaliptos el 14 de enero de 1999 cercano a la ciudad de Chajarí. Ella tenía 17 años y había sido visto con vida un mes antes, en la madrugada del 12 de diciembre.

 

El cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición y tenía evidencias de haber sido alterado para borrar pruebas: le descarnaron las yemas de los dedos, le habían extraído las aureolas de los pechos y le quitaron la piel de la espalda en la que tenía un tatuaje. El pulso de semejante perversión fue quirúrgico, no dudó ni un instante. De todos modos, no fue el único momento de esta pesadilla en la que apareció, pues todo el proceso judicial contó con la vigilancia de esa sombra, o de alguna similar, que fue interviniendo para que el crimen quede impune. Amenazas, chicanas, perejiles, demonización de Alejandra y su familia, sobornos y testigos repentinos inundaron el proceso y el expediente. Nadie está preso, no hay respuestas sobre cómo murió, y la causa está a pocos meses de prescribir.

 

Julia Isla es la mamá de Alejandra y no ha bajado los brazos ni un instante en estos 20 años de lucha. Ayer, junto a los excompañeros de escuela de Alejandra, marcharon por Chajarí por su memoria. “Yo no pido justicia”, dice Julia, “a mí la Justicia me defraudó y ya no tengo nada para pedirle”. 

 

Julia tiene mucho para contar sobre lo que es un femicidio, sobre las sucesivas veces que matan a una mujer asesinada por ser mujer. Cómo diversos actores participan para ocultar la verdad, para disfrazarla. “Tuve que ir a buscar un abogado a Buenos Aires, porque acá nadie me quería atender”, sentencia.

 

Denuncia que los 14 cuerpos del expediente están plagados de distracciones y de baches; que el proceso trató de cansarlos de muchas formas, pero “no contaban con que había una mamá”. Por ejemplo, si bien Julia había pedido de inmediato que le entregaran el cuerpo, el sistema judicial se lo entregó recién dos años después del hallazgo, bajo la excusa de preservarlo para extraer pruebas. “Resulta que, después de dos años, no habían hecho una radiografía de todo el cuerpo, que es una prueba básica”.

 

En estos días, fueron asesinadas Soledad Monge en Chajarí y María Leonor Centurión en la ciudad de Federación, ambas con claros signos de ensañamiento y odio. Ayer marcharon recordando a Alejandra, a Soledad, a María Leonor, y a otras víctimas de femicidio como Olga Zárate, Camila Arrieta y Alejandra Inchauspe.

Julia Isla insiste en que los femicidios podrían ser evitables si las mujeres estuviesen protegidas realmente por el Estado: “antes del femicidio se encienden muchos semáforos, hay que actuar ahí, cuando todavía no es tan tarde”. Y resalta que hay que dar la disputa por la igualdad en todos lados, principalmente entre la gente más cercana. “Todo empieza cuando uno quiere poseer al otro, que sea suyo como una cosa”.

 

Julia conserva la última nota que Alejandra le había dejado en esos días “Ma: cuando te levantes despertame que hoy rindo a las 8,00 hrs. Ale”. Cuenta que durante ese año habían acordado escribirse cartas, porque, de tan iguales que eran, se pisaban en las charlas porque hablaban al mismo tiempo. Julia atesora esas cartas, muchas de las cuales fueron secuestradas por el sistema judicial. En una de ellas, escrita el último junio que pasaron juntas, Alejandra le dice a Julia: “Yo estoy orgullosa de vos, ya que sos todo para mí y yo no tengo que reprocharte nada. Te agradezco todo lo que hiciste por mí, porque no me falta nada. Qué más quiero… Una madre que quiere a su hija y se preocupas más por ella que por su persona ¿Qué más puedo pedir?”

 

Con un “yo creo que formo parte de tu propio cuerpo”, remató Alejandra aquella carta. Tomamos sus palabras como una realidad, y son las que repetimos cada vez que marchamos, enseñamos, luchamos y pedimos justicia. No nos serán indiferentes los nombres, por más que pasen los años. El poder que nos ningunea, mira para otro lado y permite que nos sigan matando, más temprano que tarde deberá dar respuestas. Y como Alejandra sí que forma parte del cuerpo de Julia y con Julia estamos todas, no bajaremos los brazos en este camino hacia la justicia, hacia la verdad, hacia el fin de los femicidios. Abrazadas, hermanadas, empoderadas y de pie seguiremos marchando hasta que el Ni Una Menos sea una realidad. 

 

Contacto

Debe ingresar todos los campos obligatorios!