Así invade el Fracking. Segunda entrega

Desde La Lucha en la Calle seguimos recorriendo pozos de Fracking en Allen. Cada uno tiene su propia historia de contaminación, ocultamiento y saqueo.

 

El 3 de diciembre hubo un nuevo accidente en la Chacra 25, locación explotada a través del Fracking en la zona de Allen. Se trató de una fuga de gas con líquidos de perforación y, si bien YPF insistió durante las primeras horas en que estaba contralada, un mes después la situación sigue sin resolverse.

 

La perforación también está situada junto al agua dulce y en medio de una zona de quintas, cerca de la “Estación Fernández Oro”, que concentra las tareas del lugar. A principios de enero la escena mostraba el pozo rodeado de ingenieros, la actividad transitoriamente parada –pero con la firme intención de reactivarla de inmediato por parte de la empresa– y el arroyo lindante afectado por el derrame. Las medidas de emergencia son drásticas y profundizan la intervención sobre nuestros bienes comunes, principalmente sobre el suelo y el agua: bajaron la altura del arroyo, tratan el contener el derrame con barreras oleofílicas y los sedimentos de la perforación navegan entre la vegetación natural que caracteriza al curso.

 

Estas intrusiones del Fracking ante el derrame se suman a las que la explotación instala de por sí: cañerías, puentes, tomas, postes… todo al servicio de la extracción y al margen de la gente. Hay varios antecedentes de este tipo, a fines de 2016 se produjo un derrame en la Chacra N° 60 por el cual el Departamento Provincial de Aguas multó con 2 millones y medio de pesos a YPF. Más allá de la cifra, nada devolverá al río su estado previo a la instalación de la locación.

 

Maristela Svampa –sociológa, militante ambiental y allense nativa– describe las características del proceso narrando su experiencia personal: “Mi padre me mostró una foto de la chacra de mi abuelo, tomada en 1935, cuando los frutales recién comenzaban a crecer. Ahora pasás por esa chacra y ves todo desmontado. Es la vuelta al páramo. Lo único que ves es la casa, el tinglado y la torre de gas. Lo que seguramente va a quedar es el terreno pelado, altamente contaminado.”

 

La Chacra N° 51 está ubicada cerca de estas quintas y fue donde el Fracking hizo pie por primera vez en la zona. No tardó nada en producir daños: a poco de empezar la perforación, una herramienta se trabó en las profundidades y produjo una lluvia tóxica que hizo el episodio tan tremendo como visible. Los vecinos y militantes ambientales vieron durante esos primeros días qué tipo de pesadilla había arribado a la capital nacional de la pera. Hoy la Chacra N° 51 tiene varios pozos en funcionamiento, las llaves conocidas como “árboles de navidad” se extendieron en otras locaciones y su discreción disimula la continuidad del terrible proceso extractivo. Que estas llaves parezcan inofensivas no significa que su presencia sea más amable.

 

En la próxima entrega, la última, seguiremos recorriendo instalaciones, veremos algunas consecuencias sobre la matriz productiva de la región y cómo el Fracking logró para sí condiciones que siguen siendo negadas para los pobladores del lugar.

 

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