Con un cuarto de la población económicamente activa desocupada, los sectores populares sumidos en la indigencia, la actividad económica paralizada y el país empapelado de cuasi monedas, los trabajadores nos organizamos aún más en torno a construcciones solidarias. Fue en las asambleas, clubes del trueque, mercados populares, comedores, en los sindicatos y cooperativas donde fuimos a preguntarnos qué hacer. Esos ámbitos nos arrojaron una valiosísima respuesta: que la salida estaba en la unidad de los sectores postergados y debíamos defender nuestros derechos en la calle. El Argentinazo fue un “Basta” colectivo, desde abajo, con sus contradicciones como toda construcción histórica, pero firmemente convencido en su legitimidad como sujeto político popular.

 

La represión estatal fue feroz y asesinó a decenas de argentinos. Según la Correpi fueron 38 las víctimas, entre los que contamos a los entrerrianos Romina Ituráin, Eloísa Paniagua y José Daniel Rodríguez, quienes fueron asesinados en la ciudad de Paraná, y a Pocho Lepratti en Rosario, mientras pedía a un patrullero que no disparara hacia un comedor infantil en el humilde barrio de Ludueña.

 

Esas jornadas fueron una fuerte advertencia para los sectores antipopulares, sobre todo para sus representantes en la clase política y sus socios en la prensa, en el ámbito empresarial o en las corporaciones institucionales.

 

El proyecto político que provocó ese desastre sigue en pie con las mismas pretensiones restrictivas que empujaron al pueblo a salir a las calles. Es más, muchos de aquellos funcionarios siguen ejerciendo roles dentro del Estado y aplicando la misma matriz, renovada. Y también tienen bien fresca en la memoria a esta enorme pueblada…

 

Debemos conmemorar esta fecha como todas aquellas jornadas históricas de lucha: como el Cordobazo o la Marcha Blanca; recordando a los caídos, exigiendo justicia por ellos y manteniendo bien firmes las banderas por las que fueron brutalmente asesinados.

 

El Argentinazo fue un punto de inflexión, luego del cual ya nada fue lo mismo. Está en la memoria de quienes lo provocaron y en la retina del pueblo. Esa es hoy su mayor fortaleza: lo sabemos y lo saben: el hartazgo del pueblo tiene un límite. Este 20 de diciembre se lo volvemos a recordar.

 

#LaLuchaEnLaCalle #Agmer