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Norita: "Quedamos pocas abuelas, pero no tengan dudas que hasta nuestro último suspiro será de búsqueda, lucha y esperanza"
En el salón de actos de la Escuela Normal de Victoria disertaron en la tarde del viernes Nora Cortiñas, Matías Ayastuy Bugnone y Sabrina Gullino Valenzuela Negro. A sala llena, Abuela y Nietos, compartieron sus historias de vida, de lucha, de unión y esperanza trayendo al presente la memoria viva de los Derechos Humanos, narrando la fuerza con la que, cada día, deciden y apuestan a una lucha que no cesa ante nadie ni por nada.
Donde va Norita todos son abrazos. La tarde de viernes fue gris, aplomada y algo fría, pero en Victoria nadie pareció enterarse. Nora Morales de Cortiñas (1930), Madre de Plaza de Mayo, participó de una charla abierta en el salón de actos de la Escuela Normal “Osvaldo Magnasco” de Victoria. La acompañaron como disertantes los Nietos Matías Ayastuy Bugnone (1977) y Sabrina Gullino Valenzuela Negro (1978). Desde su llegada a la escuela, todo fue un camino de aplausos y afecto. Norita emociona.
Luego de las formalidades, saludos y reconocimientos a las Secretarías de DDHH y Organización de la Seccional Victoria de AGMER quienes organizaron y convocaron a la charla, Nora, Matías y Sabrina, como quienes están en el salón de su casa, compartieron palabas con los presentes. Turnándose entre ellos, primero, y respondiendo luego por largo rato las preguntas de los presentes, la jornada se extendió por más de dos horas en las que nadie parecía dispuesto a moverse de su lugar. La parte superior del salón de actos, específicamente, estaba colmada de adolescentes. Nunca dejó de circular el mate, pero no había ni celulares ni charlas entre ellos: solo una escucha atenta, conmovida de a ratos, indignada otros, pero muy atenta.
Comenzó hablando Sabrina quien retomó su historia luego, con las preguntas, porque sus palabras en esta primera instancia fueron para repasar y destacar el camino de Abuelas y Madres para llegar a lo que el pasado jueves celebramos: la restitución del Nieto 130. Habló de cómo la ciencia se fue perfeccionando y colaborando así con cada búsqueda. Contó cómo en un principio había averiguaciones que era imposible realizar, hechos que era imposible constatar y que luego, gracias a la incansable tenacidad de Madres y Abuelas, a la creación de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), a la llegada del Banco Nacional de Datos Genéticos, del Equipo Argentino de Antropología Forense y de muchos otros avances se ha logrado seguir a paso firme en el camino de la restitución de identidades. Les comparte a los presentes estas cosas señalando que ningún reencuentro es de un día para otro, que Abuelas hace caminos de hormiga constatando, averiguando, corroborando, para llegar finalmente a la restitución.
Compartió también su experiencia y el cambio que significó en su vida el formar parte de HIJOS, desde casi sus comienzos, donde, narra, encontró un “codo a codo” con quienes avanzar en la búsqueda de su hermano mellizo, apropiado por la dictadura, a quien incansablemente sigue buscando. “En HIJOS encontré el compromiso y la solidaridad de muchos otros como yo, compromiso y solidaridad, que, no tengo dudas, hemos aprendido y heredado de la generación de nuestros padres”, dijo Sabrina emocionada.
Matías, por su parte, comenzó narrando la historia de sus padres, desaparecidos en 1977, y la noche del secuestro de ellos, cuando él también es llevado por las fuerzas de la dictadura y dejado en una Casa del Menor y la Familia. De allí –y gracias a una cadena de información recibida–, lo alcanzan a recuperar sus abuelos justo cuando estaba por ser dado en adopción. Justo cuando estaba a punto de ser sustituida su identidad. Matías rememora y, sonriendo, dice “siempre lo sentí como una gambeta a la dictadura” y agrega que, pese al dolor de su pérdida, no puede dejar de decir que tuvo una infancia feliz, que es feliz. Que ha vivido en la verdad gracias a ese minuto en que llegaron sus abuelos, y se crió con su familia. “Vivir en la verdad, en medio de tantas historias de sustitución, mentira y sombras, lo es todo”, destacó Ayastuy con vehemencia. En el momento de ser secuestrada su madre estaba embarazada. Matías lo supo hace un tiempo y desde entonces busca datos, información y noticias que puedan corroborar el paradero de quien sería su hermano.
Nora, como suele hacerlo, se puso de pie para hablar. Así y todo, sentados, Matías y Sabrina casi que eran más altos que ella. No titubea Norita. Sonríe con una dulzura nunca vista, hace chistes y mira a sus costados buscando la complicidad de los expositores. Y cuando se pone seria y firme no se escucha ni un suspiro. Y cuando se emociona lloramos todos. Con un nudo gigante en la garganta lloramos todos.
“Quedamos poquitas Madres y Abuelas, es verdad. Las despedidas son de un dolor profundo. Aun así, que a nadie le quepan dudas: hasta el último suspiro, nuestra vida, nuestro pensamiento, nuestro andar, es de lucha y esperanza”. Así encara sus palabras Norita. Sin vueltas. Nada escapa a su discurso, nada. Sabe bien dónde está parada, cuáles son sus objetivos, cómo puede ser tomado su discurso… y no deja hendiduras ni resquicios de regalo para nadie. Es consecuente, concisa y habla sin vueltas: “la desaparición forzada de personas es un delito por el que nunca dejamos de luchar”, dice. Cortito. Pero todos sabemos el montón de cosas que nos está diciendo con ello. “Ninguna Abuela sale en búsqueda de su nieto por obligación. Lo nuestro es y ha sido siempre un compromiso de amor. Ayer Matías Javier, el Nieto 130, agradecía eso: que nunca hubiéramos dejado de buscar. Y nunca lo hicimos”.
La charla se extiende, surgen preguntas, respuestas, intercambios. Norita se para, habla, se sienta, escucha, ríe, y se vuelve a parar. Levanta en alto su pañuelo verde porque, dice, entiende y está presente en todas las luchas por lo urgente y lo necesario, y el derecho al aborto legal seguro y gratuito es hoy una de esas luchas. La aplauden. A ella y a su entereza para, también, pelear por esto.
“Con la lucha en la calle pensamos que jamás volvería a ocurrir la desaparición de una persona, y volvió a ocurrir. La causa de Santiago Maldonado lo dice muy claramente: fue desaparición forzada con abuso de la fuerza. La metodología sigue… cuando creíamos que ya no…” dice Norita con una mezcla de pena y mucha bronca, y nos pide, haciendo énfasis con sus manitos, inclinando el cuerpo para que la escuchemos bien: “No bajen los brazos, no sean indiferentes. Que el partidismo político no nos separe, que el fanatismo no nos haga perder afecto para luchar todos juntos, porque yo creo que ya estamos…. Hasta acá se llegó, no nos merecemos esto. De esto nunca más”.
La tarde no dio para más hace rato. Y nadie se enteró. La charla finaliza con música y todos se van acercando en lo que ya parece una avalancha, para llevarse un abrazo de Norita. Quien escribe estas líneas comenta… “ha de estar cansada”… pero en medio del tumulto se la alcanza a ver: Sonríe. Sonríe a más no poder. Abraza, posa para las mil fotos que le piden… firma libros con dedicatorias bellísimas como si el tiempo fuera un factor inexistente. Hasta el último suspiro: lucha y esperanza. Y a nadie le caben dudas.
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