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Nos sigue faltando López

Desde hace 17 años, cada 18 de septiembre, volvemos a recordar a todos y todas algo que nunca se nos olvida, algo que no debe pasar al olvido jamás: NOS FALTA JORGE JULIO LÓPEZ. La impunidad de la segunda desaparición forzada del albañil de 77 años que fue testigo clave en el juicio oral y público contra el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz, no cesa. Está en nuestras manos la batalla contra el negacionismo que, también con López, mira para otro lado.

 

   Jorge Julio López era un albañil que fue testigo clave en el juicio que condenó al represor de la dictadura militar, Miguel Etchecolatz, a cadena perpetua, pero desapareció el 18 de septiembre de 2006, el mismo día de los alegatos. 

 

   Ya pasaron 17 años desde que se lo vio por última vez en su casa en el barrio Los Hornos, en La Plata. El hombre no dejó rastros ni se comunicó con sus familiares ni conocidos. Ese día, su destino pautado era la sede municipal platense, donde se escucharían los alegatos en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz, condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar. 

 

   López fue testigo clave porque identificó al comisario de la Policía Bonarense como el hombre que dirigía y ejecutaba las sesiones de tortura con picana en la sede policial de La Plata. Antes de desaparecer en 2006, Julio López fue secuestrado en 1977 hasta mediados de 1979, y estuvo en cinco centros clandestinos de detención. Fue por ello que, en el juicio, pudo identificar varios de los centros ilegales donde estuvo detenido, como la comisaría Quinta de La Plata y el Pozo de Arana, donde su profesión le permitió describir sus lugares de cautiverio, aun cuando algunos de ellos habían sido remodelados.

 

   A 17 años de su desaparición, su hijo Rubén, dijo: “La justicia no hizo nada, se me ríen en la cara; siempre que llega la fecha de su desaparición salen a hablar del entrecruzamiento de 50 millones de llamadas telefónicas, pero nunca se hizo nada”. Destacó a su vez que la causa sigue caratulada como “presunta desaparición de persona” pese a sus denodados esfuerzos de que se recaratule como “desaparición forzada”.

 

   17 años después de que nos volviera a faltar López parece increíble que debamos estar rindiendo cuentas de nuestras y nuestros desaparecidos en dictadura, aun cuando el paradero de López, desaparecido en democracia, sigue siendo una incógnita. Los mecanismos del horror siguen intactos; lo veíamos días atrás en la audiencia de revisión de las penas de Torrealday y Rossi, con su hermético silencio que sigue siendo cómplice luego de tantos años.

 

   Solo podremos celebrar 40 años de democracia si seguimos con firmeza comprometidos en su defensa, y parte de ello es reclamar a viva voz por el paradero y destino de Jorge Julio López. Porque con desaparecidos no hay democracia. Porque la memoria y la verdad se sostienen con Justicia. Ayer, hoy y siempre.

 

#LaLuchaEnLaCalle #Agmer 

 

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