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Nora Cortiñas estuvo en la tarde de ayer martes 17 en Villaguay. Invitada por la Seccional de AGMER de ese departamento y por los alumnos y docentes de la Escuela Normal Superior, quienes en conjunto organizaron las “Terceras Jornadas de Debate Estudiantil por los Derechos Humanos”.

 

Reconocida por su obstinado camino de lucha desde hace más de cuarenta años cuando, junto a otras mujeres, conformaban la Asociación Madres de Plaza de Mayo para organizarse en la búsqueda de sus hijos e hijas secuestrados por la dictadura, Norita es hoy presencia firme en cuanta situación lo amerita. Dueña de una fortaleza que parece no conocer el descanso, desde pasadas las seis de la tarde de ayer volvió a subir al escenario, esta vez el de la Escuela  Normal Superior “Martiniano Leguizamón” de Villaguay para dirigirse a un salón colmado mayormente de jóvenes y adolescentes.

 

En su relato, Norita absorbe por completo la atención de los presentes. Increíblemente nadie mira celulares ni charla entre sí. Hay risas, hay momentos de nudo en la garganta, y hay un profundo respeto. Cariñoso respeto.

 

Esta gigante de metro y medio se dirige al público como si hablara a una ronda frente a sí. En sus palabras se hilan pueblos originarios y la defensa de los bienes comunes; la lucha docente en el sur; los cómplices de la dictadura de ayer que siguen aún hoy gozando de los beneficios de tanto silencio y entrega; los despedidos víctimas del saqueo feroz de estos años de desgobierno; las violaciones a los Derechos Humanos de ayer y hoy; los femicidios y la falta de atención por parte del Estado a la salud de las mujeres, que afecta fuertemente a las más pobres; las fake news (“¿se dice así?”, preguntará a quienes la acompañan, desconociendo de pronunciación pero manejando al dedillo las intenciones de quienes nos quieren confundir con engaños); la situación política nacional, que, puntualmente insiste, no debe desunirnos: “gane quien gane vamos a tener que seguir luchando, vamos a tener que estar y seguir en las calles. Que no nos gane el partidismo político”, y agrega: “yo conozco a muchos políticos, a algunos tal vez les tenga afecto, pero mis más de cuarenta años en las calles, viendo todo, viendo tanto, me han enseñado que la fuerza está en nosotros y que ayer, hoy y mañana, sean quienes sean que ganen, vamos a tener que estar ahí, empujándolos, para que gobiernen para el pueblo”  

 

Amorosa conocedora del público al que se dirige, Norita mecha la insistencia de la lucha con anécdotas de los años 70 cuando, en pleno estado de sitio, se mantenían en movimiento buscando a sus hijos e hijas desaparecidos. Anécdotas cargadas de dureza que ella encuentra la manera de convertir en graciosas. Los pibes y pibas, atentos, no pierden detalle. Preguntan, escuchan, ríen. Festejan las gracias con sonrisas cómplices y reconocen, como reconocemos todos, cuando Norita enfatiza con firmeza las cosas que no negocia ni un céntimo: “No puede haber perdón donde hubo horror. Aunque hubiera arrepentimiento por parte de los genocidas -que no lo hay-, debe haber cárcel común efectiva. Las madres no buscamos venganza. Queremos justicia”.

 

Igualmente firme sostiene el puño en alto con su pañuelo verde de la campaña por aborto legal seguro y gratuito. “Son las pobres las que mueren. Y el Estado es responsable”, dice Norita, y enseña a los presentes el libro de ESI que acompaña a presentar en distintos puntos del país hace meses. “Si hubiera Educación Sexual Integral en todas las escuelas tendríamos mucha menor necesidad de abortos. Ninguna mujer va alegre a abortar, pero aun así tampoco podemos desconocer los abusos y la violencia de género, así que la lucha por el Aborto Legal Seguro y Gratuito la reconozco como una lucha por la salud pública y por eso el Estado es quien debe garantizarla”

 

Ya entrada la noche son los organizadores quienes van cerrando la presentación, dado que ni los presentes ni la oradora dan muestras de querer cortar la charla. Seguirán muchísimos abrazos, pedidos de fotos, firma de libros… Norita charla con todos, pregunta, guarda regalitos, agradece, sonríe… “Tres, ya cuatro generaciones nos vienen acompañando en el camino… en sus manos quedará la lucha cuando nosotras no estemos”, nos regala de frase de despedida. Y nos quedamos así, perplejos una vez más ante su grandeza, rogando que ese momento, ese “cuando nosotras no estemos” no llegue nunca.

 

 

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