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Que griten

Compartimos un texto de Silvana Melo, de la Agencia de Noticias Pelota de Trapo. En él se sintetizan todos nuestros anhelos para las niñas de hoy, las jóvenes que viven este presente, las mujeres que se empoderan y salen a luchar… nuestro pasado, nuestro día a día y todo lo que queremos para un mañana en el que nuestros derechos sean una realidad.

 

Que jueguen a lo que quieran. Que no acepten por nada del mundo que las llenen de muñecas y les veden los autitos y las pelotas. Que no escuchen los cantos de sirena. Que sean sordas a los mandatos. Que no se dejen endulzar los oídos por los hipócritas. Que se sienten como quieran. Que no se callen si les dicen gordas. Que no guarden la angustia en la panza.

 

Que se vistan como quieran. Que se pongan short, pollera larga, mini, jeans o túnica. Nada habilita a nadie a meterse con su cuerpo. Ni la mini ni la túnica. Que no las maten ni las vivan.

 

Que el cuerpo es suyo. Y de nadie más. Que es lo que único que tienen. Ellas mismas, para sí mismas. Que no crean en el espejo que les imponen. Que no callen si las tocan. Que no callen si el que las toca tiene rostro familiar, querido, casi propietario. Que no le crean si dice yo sí puedo.

 

Nadie puede acceder a ese territorio propio cuando ellas no quieren. Que no tengan terror. Que no callen. Que griten. Que griten siempre que sea necesario.

 

Aunque les digan loca. O histérica. De hysteris, de útero, de regla, de sangre, de mujer.

Que no soporten que les digan cosas horribles a su paso. Que se den vuelta. Que abran la boca. Que griten.

 

Que griten. Ahora. Para no llevar el infierno encendido en el cuerpo hasta veinte años después.

 

Como sus madres y sus tías y sus abuelas.

 

Que amen. Que no se dejen poseer. Nadie tiene la escritura de nadie. Que no tengan hijos si no quieren.

 

Que amen. Como quieran. Con quien quieran. Con sueños propios. No heredados ni prestados. Que sean libres.

 

Arrasadoramente libres.

 

Que las princesas no existen. Sólo un par en castillos patéticos y decadentes. En los que ellas jamás vivirán.

 

Que griten y vuelen con alas o escoba. Porque son brujas. Pequeñas brujas hijas y nietas de las incendiadas, de las quemadas, de las devoradas por todas las llamas de la historia.

 

Que griten porque ellas vivirán para contarlo. Porque al fuego lo llevan puesto en la garganta. Y lloverá un chaparrón eterno cuando alguien intente encenderlo en sus pies.

 

Silvana Melo, de la Agencia de Noticias Pelota de Trapo

 

 

 

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