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Recuperar la memoria implica recuperar lazos que construyen identidad colectiva
Compartimos las reflexiones de nuestra vocal por AGMER en el CGE, Susana Cogno, ante los 48 años del último golpe de Estado cívico militar que vivió nuestro país.
A 48 años de la dictadura cívico militar más sangrienta de la historia argentina, como Trabajadoras y Trabajadores de la Educación, reflexionamos, pensando, pensándonos.
Para imponer el disciplinamiento social e implantar un modelo de acumulación neoliberal, los dictadores se valieron de las doctrinas de seguridad nacional y de libertad de empresa, en este marco, emprendieron la lucha por el poder cultural y en palabras de Delfina Doval “transformaron el sistema educativo en uno de los principales escenarios de la cruzada”.
La dictadura militar se instaló en el ámbito educativo de manera férrea, atacó el pensamiento nacional, cesanteó docentes, expulsó, encarceló, asesinó, desapareció. Atacó a las universidades al vaciarlas; desfinanció y desmembró el sistema educativo al transferir escuelas a las provincias, instaló el terror de la persecución, del silencio y el miedo. La fundamentación ideológica autoritaria permitió, en las bibliotecas escolares, reemplazar de Saint Exupéry por la distribución del folleto titulado Subversión en el ámbito educativo (conozcamos a nuestro enemigo), publicado por el Ministerio de Cultura y Educación en 1977.
La dictadura, que suprimió garantías civiles, cometió delitos de lesa humanidad imprescriptibles y atroces como las desapariciones, apropiación de bebés, torturas y todo tipo de apremios ilegales, cimentó sus atrocidades con un verdadero crimen a la cultura. Prohibió libros de literatura universal, cuentos, canciones, teorías, censuró manuales escolares, aplicó prácticas como destrucción de libros en hogueras públicas -es ejemplo la quema de 25 de toneladas de obras del Centro Editor de América Latina- o, como lo afirma Daniel Enz en De Rebeldes y Ejecutores, la desaparición de cientos de libros de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER.
Como trabajadoras y trabajadores del conocimiento, aquí estamos, ejecutando todos los ejercicios para resistir, construir y ser fuertes, porque desde Sarmiento y hasta Freire la oruga esta sobre el pizarrón, tejiendo un hilo de seda que quedará, buscando opciones para nuestra construcción colectiva de reflexión sobre la descolonización de la educación y de la investigación en nuestras aulas, desde nuestras trincheras de lucha y trabajo.
Hay un carácter histórico y social en lo educativo, como resultado de sus condiciones de producción, cada experiencia educativa es producto de su tiempo, de la comunidad, de los sujetos y de las posibilidades, los procesos son situados, las maravillas del arte, la literatura, los saberes populares, el requerimiento es una escena pedagógica, construye nuevas subjetividades y relaciones sociales de producción del conocimiento.
Las voces y los cuerpos silenciados de las mujeres educadoras, los intelectuales y los pedagogos, que pensaron proyectos pedagógicos emancipadores latinoamericanos, nos muestran claramente un hilo conductor, presente o negado en las pedagogías, que conecta el genocidio y sometimiento de los pueblos originarios, la anexión de territorios, guerras, saqueos, opresión de las mujeres y niños, los desaparecidos, los exiliados los que luchan por la identidad, hay una pedagogía del olvido y del silencio. Ese hilo es conductor entre genocidio, discurso, política educativa, dictadura, terrorismo de estado, violencia, dolor, memorias y olvidos, nos interpela cada 24 de marzo y hoy más que nunca.
Vivimos la política del ajuste y la crueldad, cernida sobre el pueblo argentino cuya realidad inobjetable muestra a 27.000.00 millones de hermanos sumergidos en la pobreza, el 57,4% en enero del 2024 y en ese número escalofriante incluye a la mayoría de las y los trabajadores formales y a miles de docentes en todo el país.
La crisis económica presentada como transitoria, pero causada directamente por una política económica de expoliación de recursos del pueblo hacia los sectores concentrados, roba día a día posibilidades hasta de subsistencia. Los aumentos indiscriminados, precios descontrolados, la quita de regulaciones y subsidios, la política privatizadora, instala la superstición del dios mercado, que pretende eliminar el estado y expulsar a millones personas de las condiciones de vida dignas. El pueblo paga los desatinos de una política que solo reconoce como camino un brutal ajuste y, para lograrlo, la pobreza, la miseria, la eliminación del trabajo, un certero ataque a la economía nacional, sumando la represión a toda forma de reclamo colectivo.
El sistema educativo, nuestro sistema público de educación, vivencia uno de los peores ataques de su historia, es la primera vez que se opera creando normativas que quitan recursos de las escuelas públicas para destinarlas al sistema privado de educación, que es subsidiado por el Estado. Se desfinancia la escuela pública al dejarla sin posibilidades de mejora en la infraestructura, quitando a las y los estudiantes la posibilidad de crecer en un estado de derecho, al eliminar las partidas de refuerzos alimentarios, de programas nacionales y atacando a las y los trabajadores de la educación al eliminar el Fondo Nacional de Incentivo Docente, producto de las luchas históricas de las y los maestros que construyeron la Marcha Blanca y en una carpa de más de 1000 días ayunaron por la igualdad salarial. La quita del FONID es la primera rebaja salarial contundente y efectiva. Y mientras esta agenda de reclamos se nutre de bronca, el gobierno nacional de Javier Milei, que destroza el Estado, y ataca el germen de la construcción de ciudadanía que es la escuela pública, implanta en nuestro país los vouchers para financiar la educación privada.
Mención aparte merecen las políticas que abren las puertas del mercado al permitir a empresas privadas y multinacionales, como Pérez Companc, Natura, Arcor, entre otras, ser quienes definan políticas alfabetizadoras, para que “asesoren” a los gobiernos tanto provinciales, como en el caso de Entre Ríos, como al mismo gobierno nacional.
La escuela no pudo escapar a la lógica represiva instalada en la sociedad argentina entre 1976 y 1983. Con el retorno democrático, tampoco logró revertir plenamente el discurso hegemónico que implantó el gobierno de facto. Es todavía un pendiente analizar los efectos de poder que produjeron las políticas y prácticas pedagógicas de la dictadura. Hay discursos, construidos en aquellos tiempos, acerca de la educación que perduran.
Puiggrós y Dussel en Fronteras educativas en el fin de siglo: Utopías y distopías en el imaginario pedagógico, claramente expresan que la dictadura militar reemplazó la razón histórica por la sinrazón e impuso, en los tres niveles de la escolaridad, la supresión de las diferencias en el pensamiento, dejaron de existir las matemáticas modernas, la gramática estructural, los Centros de Estudiantes, los debates públicos, la confrontación de teorías sociales, las visiones revisionistas de la historia, las pedagogías libertarias, las cátedras libres. Muchas y muchos autores fueron censurados y sus libros quemados. Las universidades estatales fueron intervenidas, las facultades pertenecientes al ámbito de las Ciencias Sociales, las Humanidades y el Arte permanecieron cerradas, se redujo el presupuesto y se minimizó la investigación.
Recuperar la memoria implica recuperar lazos que construyen identidad colectiva, es la posibilidad de recrear una política de la memoria, que recupere las luchas de todas y todos los que sembraron esperanza, de Madres y Abuelas, de todos los organismos de Derechos Humanos, los que construyeron el Nunca Más.
La democracia plantea abrir las puertas de la escuela, de cada aula, al dialogo, que se habiliten ejercicios de prácticas participativas y se promuevan análisis críticos para generar "políticas de la memoria" que favorezcan la reconstrucción democrática.
Pero no será la escuela sola, ni las y los docentes y estudiantes con sus comunidades, sino el conjunto del pueblo porque, como José Abelardo Ramos expresa: para nosotros los latinoamericanos toda democracia que no se apoye en el nacionalismo cultural, la soberanía territorial, la justicia social y la economía autocentrada, se revela como una nueva tentativa para desvirtuar nuestra meta integral de emancipación.
MEMORIA, VERDAD y JUSTICIA
NUNCA MÁS
» Susana Cogno
Vocal representante de las y los Trabajadores de la Educación en el CGE por AGMER
#LaLuchaEnLaCalle #Agmer