Claudia Rafael y Silvana Melo: “Buscamos la manera de aportar elementos para que los chicos y chicas puedan también ser parte de una transformación”

El pasado 25 de septiembre se llevó a cabo virtualmente la novena Jornada por la Libertad de los Ríos. Claudia Rafael y Silvana Melo fueron las últimas expositoras del panel de la tarde, titulado “Conocer, defender y transformar en comunidad”. Responsables de la Agencia de Noticias Pelota de Trapo, también son iniciadoras de la colección Antivenenos de la Editorial Chirimbote, y su primer libro “Hache y su pandilla salvan Achú Achú” es una historia referenciada en las fumigaciones y la lucha colectiva.

 

 

“Somos educadoras populares, trabajamos con chicos y chicas, escribimos sobre temáticas que tienen que ver, de una manera u otra, con ellos y ellas. Esa fue la idea, a partir de nuestro vínculo con Chirimbote, de lanzar la colección ‘Antivenenos’, por pensar que hay un lugar en el que pararse para privilegiar la mirada de la infancia” dice Claudia Rafael para dar inicio a su exposición junto a Silvana Melo en el panel de la tarde de las novenas Jornadas por la Libertad de los Ríos, que se llevó a cabo el pasado 25 de septiembre de manera virtual.

 

“Nuestro punto de vista tiene que ver con que la Convención de los Derechos del Niño cumplió treinta años, y, a pesar de esas tres décadas de tiempo, los derechos, que son los que se recitan todo el tiempo (a la vivienda, a la salud, a la educación, a un ambiente sano), están prolijamente escritos en carteles y convenciones, pero lejos de la realidad. Muchas veces cuando trabajamos con niños y niñas nos encontramos que un chico que vive en tremendas condiciones (sin una vivienda, sin un baño dentro de la casa, sin un techo) repite, sin embargo, eso que transmiten las instituciones: ‘yo soy sujeto de derecho’, cuando su realidad es algo absolutamente lejano”.

 

“Por eso en lo que venimos insistiendo hace tiempo es en cambiar el concepto y empezar a pensar en que, más interesante que decir que son sujetos de derecho, es comenzar a luchar por esa otra mirada que plantea que los chicos pueden y deben ser sujetos políticos, lo que implica que ellos puedan también decidir sobre sus vidas y ser transformadores de su realidad. Que no sean quienes ven pasar esa realidad tremenda que les estamos dejando, sino que sean parte. El tema es hacerlos parte y ser parte con ellos”.

 

“Nos interesa plantear el concepto de extractivismo social, del que la infancia ha sido víctima desde siempre. Recordamos al médico Luis Agote, que fue quien planteó la génesis de lo que luego fue el Patronato de la Infancia, que tenía que ver con arrancar a los hijas e hijos de anarquistas para entregarlos a ser criados por las instituciones del Estado. Es decir: extraer el germen de rebeldía y de transformación que es un niño cuando nace y cuando empieza a crecer. Vemos en aquellos años de rebeliones como la ‘Huelga de las escobas’ (1907), en San Telmo —Buenos Aires— que estuvo liderada por un chico de 15 años, Miguelito Pepe; esa era la rebeldía que debía ser extraída. Del mismo modo que sucedió luego con las y los bebés hijos de desaparecidos, a quienes se los arrebataba para ser criados de la misma manera que los hijos de los anarquistas, pero por los adeptos al régimen de la dictadura. Actualmente ¿cómo se hace para extraer esa chispa de rebeldía de los pibes? Bueno, hoy se los extrae socialmente a través del gatillo fácil, del hambre, del paco, de los venenos de las fumigaciones. Es todo un círculo donde el extractivismo no solamente se lleva lo mejor de la tierra, lo más bello, lo más hermoso, y lo agota, sino que también se lleva todas las chispas de transformación que puede haber en nuestra sociedad”.

 

Plantearán las autoras que es partiendo de esos conceptos y análisis que surge la colección Antivenenos: “como narraba Lucía, que en su exposición nos mostraba imágenes de los nenes chiquitos en las rondas de los martes, tratamos de ver de qué manera le dábamos elementos a la infancia para discutir y sentar posición desde un modo crítico, que no implique bajada de ideas determinadas, sino aportar elementos para el debate y que los chicos y chicas puedan también ser parte de esa transformación”.

 

A partir de entonces Claudia y Silvana narraron de qué se trata “Hache y su pandilla salvan Achú Achú”. “Hache es una pizca de agua de un arroyo que era divino, hasta que un día pasó un camión y le echó toda la basura adentro, pasó un avión y lo fumigó, un canal de desagote le tiró toda el agua cianurada… un desastre” dirá Claudia compenetrada en su relato. Ambas hablarán del libro con muchísimo afecto, ya que, dirán más tarde, en él intentaron reflejar para el mundo de la infancia, los problemas que acechan al ambiente. “Huyendo de eso, el charquito Hache salta del arroyo y cae en el verde entre los animalitos y los árboles. Ve que se tendrá que enfrentar a enemigos poderosos, enemigos grosos en serio: está el Glifosato Magnus que es tremendo; la banda de los metales pesados —‘que nosotros la conocemos mucho en el riachuelo’ acotó Silvana—; Frack Inga que es una avispa que mete el aguijón hasta abajo, usa un montón de agua y la contamina para poder sacar el petróleo y el gas cuando están entre las piedras y después produce terremotos, ¡un desastre!; la Sierra Maldita que es la que se lleva a todos los árboles... Hache, cuando ve ese panorama terrible, empieza a darse cuenta de que solo no irá a ningún lado, entonces se rodea de una pandilla: todos los animales que tiene alrededor, las plantas y chicos y chicas. Una vez que se juntan, porque se dan cuenta que no hay otra salida si no es la colectiva, empiezan a viajar y ¿dónde caen? En la hermosa provincia de ustedes, que en libro se llama ‘Entre Torrentes’. Y se encuentran con un montón de pibes y una seño con una bandera que dice “Paren de fumigar”. Descubren que está el avión, que los chicos y la maestra lo rechazan a tomatazos y zapallazos y logran vencerlo”.

 

Dirá Claudia con mucho afecto que la maestra que describen en el libro es Mariela Leiva, que formó parte de las Jornadas en los talleres de la mañana. “La queremos y respetamos enormemente” dirán las expositoras, y cerrarán la descripción planteando que lo narrado es la idea general del libro: “léanlo y ya verán cómo termina”, comentan risueñas.  

 

“Nosotros insistimos en la idea de las y los chicos como sujetos políticos, ya que ellos son parte importantísima de esta lucha, y se enfrentan a un mundo con una matriz productiva de estractivismo, que es la única que no conoce grieta. Está clarísimo que, venga quien venga, esta matriz productiva va a quedar firme. Lo vimos con la ola progresista de los gobiernos de América Latina, lo vemos en la ola de derecha: siempre es la misma. Más o menos descaradamente, es la misma siempre. Durante el gobierno anterior estuvo claro que el poder real estuvo en el gabinete, con Luis Miguel Etchevehere, que salta de la Sociedad Rural al Ministerio de Agroindustria; con Leonardo Sarquís, que salta de la gerencia de Monsanto al mismo Ministerio en provincia de Buenos Aires; o María Beatriz ‘Pilu’ Giraudo, desde Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa) al Ministerio de Agroindustria… estaba todo muy claro ahí”.

 

“Con el nuevo gobierno cambiaron las caras. Podemos ver con mucha felicidad a Eduardo Cerdá en la División de Agroecología, que es un Flandria del que tenemos toda la esperanza que pueda vencer a Barcelona” —dijo Claudia refiriéndose a lo expresado por Ricardo Serruya en la exposición anterior—, y agregó lamentándose: “Al mismo tiempo nos encontramos con que, en la primera mesa que se arma de ‘Todos contra el Hambre, había dos participantes sentados a esa mesacon un enorme protagonismo, que eran Syngenta —NdlR: Syngenta AG es una compañía global que produce agroquímicos y semillas y tiene su sede en Basilea, Suiza—, por un lado y por otro la COPAL —Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios—, que es la asociación que nuclea a las más importantes industrias alimenticias de ultra procesados. Para que se entienda: son la vereda de enfrente de todo lo que es soberanía alimentaria. Es algo así como una cuchillada enorme en el estómago”, señalaron.

 

“Le sumamos a esto la avanzada de la megaminería desde diciembre en provincias que han estado resistiendo con luchas populares, como Chubut y Mendoza. Y ahora el acuerdo, que supuestamente se va a firmar en noviembre, de cría de cerdos para China. Eso cerraría el círculo Felipe Solá de todo” plantean las expositoras y rememoran el gobierno de Menem cuando Solá fue Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca: “se nos aparece más jovencito, con menos canas y abriéndole las puertas a Monsanto y a la transgénesis —NdlR: proceso de transferir genes de un organismo a otro. Se usa para hacer plantas y animales modificados—. Pasaron años, las y los pibes que nacieron en ese momento hoy tienen 24 años y crecieron en esa matriz productiva que envenenó y agotó la tierra, que expulsó a los campesinos y terminó con gran parte de la diversidad del territorio, y ahora nos encontramos con que, además de haber cultivado forrajes para los cerdos chinos durante 20 años, vamos a tener que criar esos cerdos. La mitad de nuestro territorio va a estar dedicada a eso y a la creación de nuevas pandemias” sentenciaron.

 

“Retomamos ahí el concepto con el que nos dio energía Ricardo, pensamos en Flandria porque el acuerdo se tenía que firmar el 01 de septiembre y, gracias a la movilización inmediata, tuvieron que parar la firma, ordenar un estudio de impacto ambiental (que, por supuesto no se había hecho), y por ahora postergaron para noviembre la resolución de este tema. Sabemos que seguramente se va a firmar, pero esos dos meses que le ganamos… y, quien te dice, que Flandria no le vuelve a hacer partido a Barcelona” se esperanzan las expositoras, y repasan que esta crisis que atravesamos, de la pandemia, tiene su origen en un virus zoonótico y la relación de esto con la cría de cerdos en China: “cuando empezó todo esto decidimos que íbamos a escribir otro librito, que definimos con Chirimbote que iba a ser de descarga gratuita. Pero era necesario poder charlar con las y los chicos porqué estaban encerrados en cuarentena, por qué no podían ir a la escuela, ni a la plaza, ni a ningún lado, porque había algo afuera que contaminaba, que enfermaba, porqué sucedió eso”.

 

Así, Claudia y Silvana narraron acerca de esta nueva publicación, en la que el personaje del primer libro, Hache Doso, y sus amigos se reúnen en asamblea porque no entienden qué era lo que estaba pasando. “En este nuevo libro se trató de explicar un poco por qué razón aparece el Covid 19 y qué es un virus zoonótico” dirán. Hay un personaje que no aparece en el primer libro: un murciélago que llora y sufre: “su llegada provocó el espanto de todo el mundo porque venía el virus con él. Ahí empiezan a desentrañar qué estaba pasando y porqué irrumpen el murciélago y el virus en las vidas de las personas. Todo se da a partir de la tala de bosques y selvas donde vivían con absoluto equilibrio la flora y la fauna”, relatan.  

 

“Nos pareció importante que chicos y chicas tuvieran elementos para entender también por qué la vida se debe mirar ahora desde una ventana, sin poder participar de juegos y aprendizajes colectivos”.

 

Para comenzar a despedirse, las autoras contaron que cada vez que se presentan en algún lugar para compartir experiencias de este tipo, cierran con dos cosas: “una, repartiendo semillitas de Amaranto (porque amamos el Amaranto y amamos a Fabián Tomasi) y también nos dedicamos a decir uno por uno, los que podemos, los nombres de a quiénes están dedicadas las charlas y los libritos. Las y los pibes que han sido víctimas de todo esto”, dando lugar así a los siguientes nombres e historias que fueron compartiendo turnándose una a una:

 

Antonella, de 9 años, de Gualeguaychú. Murió de leucemia en el Garrahan, fue muy conocida su lucha;

 

Joan, de 3 años, murió de leucemia, en Jubileo, San Salvador (capital nacional del arroz, tremendamente castigada por las fumigaciones);

 

Leila, de 14 años, también de San Salvador. Murió en el Garrahan, también de leucemia;

 

José Ribero, de 4 años en Lavalle, Corrientes y

 

Nicolás Arévalos, de 4 años. Ambos fueron víctimas de las fumigaciones en las tomateras. Solamente por pisar el barro con los piecitos descalzos. El barro que venía de los canales de desagote de las fumigaciones. En el caso de Nicolás, que murió el 04 de abril de 2011, hubo juicio, pero no se condenó a nadie por falta de pruebas, a pesar de que cuando se hizo la autopsia de su cuerpito estaba plagado de endosulfato. Plagado. Es un veneno que está incluido entre las sustancias químicas a eliminar en el convenio de Estocolmo. En noviembre de ese mismo año se prohibió en Argentina. Pero antes se aclaró que había que agotar todo el stock que hubiera y después recién… no vaya a ser cosa que perdiéramos un peso, ¿no?;

 

Santino, de 3 años, de Basavilbaso, también murió de leucemia;

 

Exequiel, de 6 años. Él trabajaba con su familia en una empresa avícola que se llamaba “Nuestra huella” en Pilar. Él trabajaba manipulando los huevos que transportaba adentro de los bidones de agroquímicos que se cortaban al medio y con eso los transportaba. Murió de un tumor cerebral;

 

Rocío, de 12 años, en Mbrucuyá, Corrientes. Murió al comer una mandarina que se cayó de un camión que la transportaba, y la mandarina estaba contaminada con carboforán;

 

Olivia, de 3 meses, de Córdoba. Ella vivía en uno de los barrios cercanos a la fábrica de Porta, de bioetanol. En este momento está en juicio;

 

Los tres primitos Portillo, de Gilbert. Víctimas de las fumigaciones en la zona;

 

Los 4 nenes que murieron por malformaciones en Rosario del Tala, también por las mismas causas;

 

Y después, siguen peleando por sus vidas:

Ludmila Terrero, de cuatro años, en Bernardo de Irigoyen, en Santa Fe;

 

Zoe, en Sastre. Enfermedad oncológica.

 

Luego, Claudia y Silvana dedicaron también la exposición a “las tres maestras emblemáticas a las que respetamos y tenemos como faro: Mariela Leiva, Estela Lemes (que sigue en la Escuelita Nº 66 “Bartolito Mitre” de Gualeguaychú, con clorpidifos —insecticida— en el cuerpo, pero firme) y Ana Zabaloy, que murió de cáncer en junio del año pasado, después de las fumigaciones en su escuela rural de San Antonio de Areco, y a quien le alcanzamos a hacer llegar el primer libro de Hache, un mes antes de que falleciera. Daniela Dubois, que es la docente que siguió al frente de la Red Federal de Docentes por la Vida, encontró después el librito que le habíamos dedicado a Ana y es un orgullo que siga en sus manos”.

 

“Agradecemos enormemente la escucha hoy, y recordamos que cada una de estas historias, que son muy tristes y duras, son, a la vez, las historias que han sacado lo mejor de mucha otra gente que tomó sus nombres como bandera, para continuar la lucha y para darnos energía, porque el camino es duro”, señalaron, para dar cierre con la siguiente declaración: “Hace muchos años, en La Plata (donde vivía en ese momento), habíamos organizado un gran evento, que finalmente contó con la presencia de 10 o 12 personas, como tantas veces nos sucede. Recuerdo que en ese momento dije ‘qué vergüenza me da que somos tan poquitos’. Y una Madre de Plaza de Mayo que nos había ido a acompañar me dijo ‘nunca digas eso, porque así, poquitas, así empezamos nosotras’. Entonces, bueno… eso. Muchas gracias”.

 

Con aplausos virtuales muy emocionados se dio cierre a la presentación de Claudia Rafael y Silvana Melo, y con ellas a las novenas Jornadas por la Libertad de los Ríos. La imposibilidad de lo presencial no fue excusa para su realización, y las y los expositores estuvieron a la altura de la especial circunstancia. El 2021 nos encontrará con la décima edición de estas Jornadas, esperamos que de manera presencial, como estamos acostumbrados, con las comunidades educativas a pleno presentes, participando, exponiendo, disfrutando y aprendiendo.

 

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